domingo, 16 de mayo de 2010

Por la libre

por Lila Nieto

Una película que habla sobre el fin de la adolescencia, cuando los jóvenes resultan más maduros que sus padres y la vida se vive en presente, Por la libre trata de manera fresca y divertida las relaciones familiares entre tres generaciones. También, se puede ver en ella a un personaje muy representativo del trabajo del guionista, Antonio Armonía: un muerto que emprende un viaje. Este guión se filmó en el octavo tratamiento.

La ridícula moralina mexicana se hizo presente desde la primera rueda de prensa en la que se le preguntaba al director por qué tocaba "temas tan fuertes como las drogas y el incesto" y no se comprometía. Juan Carlos de Llaca respondió, "el compromiso es con la historia". Toda obra maneja valores, y éstos no pueden tratarse aisladamente, no deben tocarse de manera didáctica y aleccionadora. Esto sólo desemboca en el aburrimiento, el acartonamiento y la deshonestidad. La autora de esta reseña no deja de sorprenderse de que una película tan suavecita como esta haya despertado la alarma cuando vivimos en un país tomado por el narcotráfico y por gobernantes que participan impunemente en redes de prostitución infantil, por mencionar sólo dos detallitos.

De Llaca realizó un trabajo muy interesante con los actores, la mayoría de los cuales tenía poca experiencia. Decidió no mostrarles el guión sino hasta cinco días antes del rodaje para evitar que el trabajo se volviera "muy racional". Durante el casting, a los actores se les pidió que improvisaran libremente ante la cámara durante aproximadamente dos minutos, sólo para darse cuenta de su energía, de su expresividad, de su personalidad. Ya elegido el elenco, Juan Carlos se dedicó a realizar improvisaciones de tipo teatral en busca de la espontaneidad, con puntos de partida similares a las situaciones del guión. De esta manera, los actores lograron la construcción de sus personajes "sin darse cuenta". Durante el rodaje, De Llaca incorporó algunos elementos de las improvisaciones. La filmación fue bastante ágil gracias al trabajo previo con los actores, pues "los personajes ya estaban muy bien construidos".

Alguien preguntó por qué se llama Por la libre si los personajes se van por la carretera de cuota. Quizás sea justamente por eso la broma, pero Juan Carlos confesó que hubiera sido mucho más problemático filmar en la carretera libre, pues está llena de curvas, pueblitos, perros, topes y vendedores de refrigerios. El equipo de filmación hubiera sido una ondulante caravana de carros entre los cerros: el carro de los protagonistas, el carro con la cámara, el carro de vestuario, el carro de fierros... en la carretera de cuota las escenas de viaje se filmaron en un día y medio, cosa que hubiera sido impensable de otra manera. No olvidemos que hacer cine tiene un importante elemento práctico.

Cuando se hizo esta película no existían los apoyos de Foprocine y Fidecine. El Imcine apoyaba menos proyectos en ese entonces, había menos dinero para filmar, por lo que fue financiada en su totalidad por la extinta productora Altavista Films. La primera vez que se proyectó fue en el festival de Toronto, y Juan Carlos no tenía la menor idea de cómo iba a ser la recepción, de si el público se conectaría con el humor de la historia, pues de tanto concentrarse en la cinta no hubo muchas risas en el rodaje ni en la mesa de edición. Sin embargo, el público canadiense terminó a las carcajadas, y la película fue exitosa también en México. A la larga, no tuvieron que vender camisetas ni condones conmemorativos para recuperar la inversión.

Esta película "es la más comercial que he hecho", confiesa el director, "y la más comercial que voy a hacer". Su tirada, sin embargo, no es hacer películas solemnes que complazcan a la crítica festivalera, sino verse representado en historias donde "la profundidad se alcance por medio de la ligereza", de manera que sí pueda acercarse al público sin venderse a las fórmulas comerciales ni al mercado de los festivales.

Se tocó bastante el tema del cine festivalero en este debate. Dice nuestro invitado que el camino de los festivales es muy estridente, pues busca apantallar a la crítica. Recordó la anécdota de un amigo suyo de cuyo nombre no quiso acordarse por aquello de la discreción -un gran guionista y dramaturgo, aseguró Juan Carlos-cuya ópera prima tenía un maravilloso ingrediente de humor que terminó solemnizándose por asesoría de un seleccionador de un festival importante para que entrara en el festival. Al cortarle aquí y pegarle allá el autor se olvidó de contar su historia.

Sobre los problemas actuales del cine mexicano y la falta de espectadores, De Llaca piensa que los dos principales culpables son ambos extremos de la cadena: los guiones y los exhibidores. Sobre los segundos conocemos ya muchas de sus mañas para aniquilar los proyectos nacionales. Sobre los guiones, Juan Carlos está convencido de que el "vacío de contenidos" que todo lo puebla se debe en gran parte a que somos una "sociedad deprimida", y el pesimismo no permite que veamos salidas ni que nos demos cuenta de que tenemos mucho de qué hablar. "La desesperanza te cierra, no es que no haya talento".

"Hay algo en el trabajo del escritor que es estar tú contigo, y es de enorme placer", nos confiesa. "El fenómeno creativo es misteriosísimo, a veces quieres llevar a tu personaje a la playa pero cuando te das cuenta ya está en el bosque". Ante esto, él recomienda jamás ver para atrás: seguir al personaje por el bosque y ver a dónde te lleva.

Juan Carlos tiene ahora dos proyectos en marcha. El primero "se puede llamar Así es la suerte o Adiós Otelo", y se trata sobre un actor clásico que de pronto se contagia de una racha de mala suerte, y por estar sumido en la negatividad no puede salir de ello. El otro proyecto puede llamarse Gloria en las alturas o quizás Bendito estatus, pues trata sobre los precios que pagan los matrimonios de clase alta por mantener su nivel de vida.


Los esperamos el próximo MARTES 18 DE MAYO a las 20:00 con la proyección de una película que rescata tres cuentos de Juan Rulfo:

PURGATORIO
de Roberto Rochín
escrita por Elías Nahmías y Tomás Pérez Turrent
(México, 2008, 90 min.)

Estará con nosotros Elías Nahmías, cuya trayectoria en el mundo del cine incluye no sólo varios guiones con el mismo director, sino casi todos los puestos imaginables en una producción.

¡Abróchense los cinturones!

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