miércoles, 26 de mayo de 2010

Morenita

por Lila Nieto

Algo que hace "atípica" esta película es que Alan Jonsson construyó una historia utilizando elementos de la realidad que nos circunda cotidianamente: el símbolo de la virgen de Guadalupe, el narcotráfico, la falta de dinero, la solidaridad en la familia y la corrupción del sistema judicial. Sin embargo, esta ficción logra conjuntar estos elementos en un thriller que se escapa del tono "oscuro y chillón" que llegó a caracterizar el cine mexicano, sino que construye una historia fresca, creativa y entrañable: un retrato del pueblo mexicano, o como dijo Alan, "un drama familiar". Se disfrutan las actuaciones, las hermosas tomas aéreas, los atardeceres dorados de la ciudad, las bien elegidas locaciones, el ritmo de trote que se sostiene de la mano con la banda sonora y la magnífica edición. Morenita obtuvo 12 premios en distintos festivales del mundo.

La idea del guión en realidad surgió de una noticia sobre el robo de ciertas piezas arqueológicas de cuyo paradero nadie nunca supo nada, hasta que un día simplemente aparecieron devueltas anónimamente. La historia se fue transformando y se filmó en el quinceavo tratamiento. Cuando la película se estrenó, un escritor de San Luis Potosí acusó a Alan de plagiar su novela. El escritor no quiso mostrarle su libro a Alan, quien lo buscó hasta dar con unos fragmentos en la UNAM, y dijo que la historia sólo se parece porque en ella también se roban el lienzo de la virgen, pero que él ni siquiera la conocía. Después de muchas llamadas, "licenciados" y un careo en el juzgado, el caso se resolvió y Alan se enteró de que ahora "ya no existe" el delito por difamación, plagio o calumnia. Habría que consultar la ley de Derecho de Autor para verificar los detalles de esta información.

La sorpresa de la noche fue que no llegó Ozcar pero sí llegaron dos de los actores: Everardo Arzate, que le hace del furibundo y explosivo Pinto, y Horacio García Rojas, que sale de Mateo, el que se roba el lienzo de la Virgen. Tanto Everardo como Horacio se formaron en el teatro, y Morenita es el primer papel principal en cine que ambos realizan. El elenco fue elegido con mucho tiempo de anticipación, lo cual dio espacio suficiente para que los actores construyeran su personaje y también las relaciones entre personajes. Horacio comentó que en algunas filmaciones "no hay ensamble actoral; los directores se fijan en lo técnico, en las cámaras, y no trabajan con los actores", y este problema en la dirección se nota en la pantalla, "siempre hay dos o tres negros en el arroz".
Ellos agradecieron el método de Alan, pues comenzaron a trabajar el proyecto con dos años de antelación. De ese modo, dijo Horacio, "puedes hacer un personaje que no seas tú mismo". Alan creó un ambiente en el que los actores no siguieran instrucciones a ciegas y en favor de la estética visual, sino uno donde pudieran aportar su experiencia como creadores en su campo de trabajo.

Ausente de las pantallas durante 14 años, el actor Ignacio López Tarso, que interpreta al abuelo de Mateo, obtuvo un premio en el festival Tregor de Estrasburgo, Francia. El personaje que interpreta es muy interesante: un anónimo jefe de mantenimiento de la Basílica de Guadalupe que en su juventud fue militar y luego se sumió durante años en el alcoholismo para finalmente encontrar la paz en dios, la familia y el trabajo.

Para filmar las escenas de las palomas, Jonsson y su equipo armaron el emblemático palomar con la ayuda de un experto: un colombófilo. "Fui con don Ignacio un par de veces", dice Horacio, "las palomas son bastante inteligentes y nobles", por lo que logró entenderse con ellas. Las escenas de palomas muertas o heridas se grabaron de una forma no aceptable para las personas: las pusieron hasta las chanclas de sedantes, y sólo una se murió del pasón.

Sobre cómo filmaron la megaconcentración de gente afuera de la Basílica de Guadalupe tras el hurto del lienzo sagrado, fue sencillo: Alan y su equipo fueron a filmar un 12 de diciembre. Aún así, contrataron un montón de extras. Para grabar los interiores tuvieron que construir un foro.

Antes de que se estrenara la película, Alan escuchó los testimonios de otros directores mexicanos que le vaticinaron horrores en la exhibición. Le dijeron cosas como, "uy, te va a ir en feria, mano", "no creo que recuperen la inversión, ya ves lo que me pasó a mí...", "seguramente faltará publicidad". Alan se negó a creerlo, pensando que el amarillismo y el derrotismo no llevan a nada, que todo saldría bien, que no tendría por qué suceder siempre lo peor. Pero pasó exactamente lo que le dijeron sus colegas. Pocas personas se enteraron del estreno de la película, cuando la gente iba al cine a buscarla se confundía de sala porque en la entrada habían puesto el cartel de otra y los encargados del cine no sabían bien a qué sala mandarlos, los boletos eran diferentes a los normales (esto no sé por qué), el distribuidor no se preocupó por cuidar que su publicidad estuviera bien colocada ni por vigilar la correcta proyección de las 180 copias que se mandaron hacer, y por supuesto la película estuvo muy poco tiempo en cartelera, de modo que cuando la gente comenzaba a enterarse de su existencia, ya no estaba en exhibición. Morenita tuvo solamente cien mil expectadores, que equivalen más o menos a la sexta parte de lo necesario para recuperar la inversión de 32 millones de pesos, por lo cual esto sólo sucederá a largo plazo. Próximamente Morenita se exhibirá en Colombia (qué ironía, por lo del colombófilo). También la pidieron en Estados Unidos, pero la distribuidora decidió no meterse en ese lío. En el debate varios pensamos que habría buen público entre la comunidad latina de allá.

Alan piensa que el cine "no se hace para resolver los problemas sino que puede simplemente plantearse una pregunta". Nos relató su experiencia al encontrar en YouTube una bola de comentarios negativos sobre por qué su película era una porquería y no valía la pena verla, que atentaba contra la virgencita, además de que pintaban a Alan como una especie de "pelafustán", como si fuera de verdad... me recuerda la historia del tío que se hizo asiduo a las proyecciones cuando el cine llegó a Durango allá por los años cuarentas; una vez reconoció a un actor que ya había visto, y le dijo a su compadre, "Oiga, pero, ¿qué a ese no lo habían matado ya?" "Sí, compadre, pero no es de verdad, están actuando." El tío, profundamente decepcionado, salió del cine a grandes zancadas para no volver jamás. Pero hablando de Morenita, Alan decidió meterse al foro de YouTube con una identidad falsa para preguntar si por lo menos habían visto la película aquellos que la atacaban... podrán imaginarse la respuesta. Muy revelador.

Existen todavía ciertas ideas sobre el cine mexicano. Las más comunes son que es "oscuro y chillón", que "los guiones son malos", que "siempre salen los mismos actores" y que "en México no hay el know-how". Dice Alan, "los gringos saben diseñar escenas", hasta en la película más chafa, y esto es verdad. Pero, si bien estas quejas aplican a muchas cintas, a casi todo lo que se hizo por lo menos en los años ochentas y noventas, estas tendencias se transforman cada día más. El cine mexicano está creciendo, los autores están aprendiendo velozmente cómo contar historias, hoy un guionista puede considerar la posibilidad de vender su guión y verlo en pantalla (ya se abrió la primera agencia de guiones en México), hay una diversidad de historias, hay mayores apoyos de Imcine e incentivos fiscales, y se siente el aliento de la vida en muchas cintas nacionales. También, los directores ya no hacen una película cada diez años, sino que tienen oportunidad de filmar con mayor regularidad, lo que permite que ejerciten su oficio y que surjan nuevos autores y rostros en el cine mexicano. Lo que pasa es que todavía falta mucho trecho por andar.

Se habló de varios factores que detienen el desarrollo de la industria cinematográfica mexicana. Lo primero es el ya mencionado prejuicio del público. Este desconocimiento es el último eslabón de una cadena complicada de acontecimientos desafortunados. Por un lado, el sistemático sabotaje de las exhibidoras -fuertemente presionadas por el mercado hollywoodense-, el descuido de las distribuidoras y la ausencia de leyes que protejan y fomenten su desarrollo no permite que la gente se entere de las películas a tiempo. Pero a Jonsson le sucedió una cosa que es de llamar la atención. La Cineteca Nacional rechazó su película, suponemos que por considerarla comercial dado que ese foro favorece el cine de arte, de autor, el que no sobrevive en el circuito comercial. Lo que pasa entonces es que el cine mexicano comercial no tiene mucha cabida ni en el circuito de exhibidoras ni en los foros alternos (a menos que lo promocionen desde los púlpitos). Con todo, el valiente Alan Jonsson espera realizar su siguiente película, no en diez años, sino en uno.

Esto es todo por ahora. El próximo martes comenzaremos un nuevo ciclo, esta vez de documental, titulado Redes sociales ante el poder de lo ilusorio, en el que revisaremos lo que la gente organizada hace ante la manipulación mediática de las grandes corporaciones.

Los esperamos en el Foro Hilvana los martes a las 20:00.

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