domingo, 6 de septiembre de 2009

“Las poquianchis” y “Canoa”:

Les compartimos un texto que nos envió Obed González, amigo del cineclub, en este "mes patrio". Supongo que esto nos invita a proyectar estas dos películas en algún momento no muy lejano. Por lo pronto, Canoa se va a proyectar en el Cineclub de la Ciudad (Mérida 56, col. Roma) el jueves 24 de septiembre.

“Las poquianchis” y “Canoa”

Cine tomado de los mitos y costumbres de un pueblo

por Obed González

Retomando dos películas del ensayo “La nota roja y policíaca en el cine mexicano: análisis sociológico de 100 años de cine nacional”, las adaptamos al siguiente escrito como la memoria de ciertos días que debemos recordar para crecer como individuos y sociedad. Realizo la adaptación para las personas que se preocupan por el cine y la cultura, porque es un trabajo importante el que desempeñan y a veces ni siquiera nos damos cuenta. La realizo como un pequeño grano de arena para el Cineclub Jaime Casillas de la SOGEM como homenaje a uno de mis mejores maestros y personas que me ha tomado de la mano y a las personas que realizan esta labor por el gusto que da vivir.

Las Poquianchis

Uno de los casos más sonados dentro de la nota roja, investigado y publicado como dicen en el argot penitenciario de punta a cola, fue el de Las Poquianchis. Investigación realizada por el afamado periódico “La alarma” a través del periodista Jesús Sánchez Hermosillo.

Felipe Cazals ve en este acontecimiento una veta rica en situaciones, temas y enfoques. Combina el caso de Las Poquianchis con un tema social de otra índole, como lo es la expropiación de tierras; pero realmente muy pocas personas recuerdan esta combinación, puesto que el tema central era muy fuerte y de escándalo nacional, lo cual opacó la atención del otro.

Jesús Sánchez Hermosillo es propuesto por Carlos Samayoa Lizárraga, director del periódico, para cerciorarse de los rumores que cada vez eran más constantes con relación a estas mujeres, y Sánchez Hermosillo se traslada a Guanajuato para apoyar la veracidad de la noticia, donde se encuentra con un caso de lenocinio (alcahuetería), asesinato, secuestro, corrupción y tolerancia social, entre otros.

En en aquella década, Felipe Cazals fue muy prolífico, con realizaciones como “Zapata (1971), El jardín de la tía Isabel (1972), Aquellos años (1973), y la llamada "Trilogía del tremendismo": Canoa (1975), El apando (1975) y Las poquianchis (1976). Cazals realiza la historia de Delfina, María de Jesús y Eva González Valenzuela, proxenetas que llevaban de pueblo en pueblo su prostíbulo con la complacencia de las autoridades del estado, que a la postre se lavaron las manos y no sólo les dieron la espalda, sino que se encargaron de echarle más leña al fuego.

Cazals recrea ese medio, en el cual se desarrolla la historia: el prostíbulo pintado con colores fuertes, la rokcola sonando mambo y boleros, los políticos de pueblo negociando con las madrotas, mujeres tristes bailando tropezadamente con ebrios de abultadas barrigas. En la casa de las hermanas: una virgen se ve al entrar, las poquianchis de negro, como guardando un luto eterno, un rosario entre las manos de Delfa (Leonor LLausás) y en las de Chuy (Malena Doria) el dinero ganado con el sudor de los cuerpos de sus “protegidas”, mientras se lame el dedo pulgar para contarlo. En la recámara: estampitas de santos sobre los burós, la fotografía del hijo de Delfa, una veladora y un crucifijo sobre la pared. Los lugares de encierro: sucios; ventanas con vidrios rotos, no tienen agua, las mujeres apestan y enferman de disentería, defecan en el suelo y son muertas a golpes y zapatazos en la cabeza por las mismas compañeras de suplicio. En la más terrible, podrida y asqueada vida que las lenonas han creado para ellas.

Durante el juicio, Las poquianchis son violentadas en sus derechos y se le imputan más delitos de los que realmente han cometido; ellas, otras mujeres y algunos hombres que trabajaban para el burdel son sentenciados por las mismas autoridades que antes las protegían.

Es un mundo cruel y repulsivo donde cada quien se vomita a sí mismo y a los demás, pero al mismo tiempo son víctimas, hasta las mismas Poquianchis, que son blanco de las autoridades, prensa, iglesia y sociedad, lo que provoca en una de ellas la locura. En una escena, Chuy le dice a un reportero (Salvador Sánchez) que se acerque para realizarle una confesión; al arrimarse el reportero, Chuy le avienta excremento de un bote que le sirve como excusado, y ríen como si hubiesen traspasado la cordura.

Tomás Pérez Turrent realiza la investigación y el guión en conjunto con otros escritores, y logran una cruda versión de algunas de las involucradas en el caso, entre ellas Adelina, participante del homicidio de su propia hermana y la cual denota una total indiferencia ante su acto.

Este hecho altera a la sociedad mexicana, al darse cuenta de la poca confiabilidad de sus autoridades -que la prensa deja al descubierto- y la tolerancia que existe en nuestro país hacia la prostitución, el secuestro y la trata de personas, además de los delitos que se cometen en contra de las comunidades olvidadas por la misma sociedad.

Canoa

Otro caso, que aunque no tuvo la difusión y el escándalo que el anterior por ser un asunto aislado y de efímera duración, no deja de ser un acontecimiento violento y estremecedor, que conmovió a la población nacional y en especial al estado de Puebla, fue el sucedido en el pueblo de San Juan Canoa.

Felipe Cazals reabre el archivo siete años después del linchamiento y masacre de cinco trabajadores de La Universidad de Puebla, en Septiembre de 1968; otra vez con la investigación y estudio de Tomás Pérez Turrent, quien realizó las entrevistas a los afectados de aquella tragedia y tuvo que indagar en el pueblo donde se suscitó el hecho, Canoa (1975) es el trabajo más meritorio por el cual se recuerda a Tomás Pérez Turrent.

En Canoa, unos trabajadores de La Universidad de Puebla organizan una excursión al cerro de La Malinche, pero por inclemencias del tiempo tienen que realizar escala en el pueblo de San Juan Canoa. Cazals aprovecha la lluvia para darle más dramatismo a la cinta, y llevar la historia desde la entrada al pueblo a un final apocalíptico.

Al pedir posada en la iglesia del poblado, son echados y amenazados con un rifle sin una causa aparente. Para su mala suerte, conocen a un hombre que junto con dos mujeres los invita a pasar la noche en casa de un pariente; y digo mala suerte, porque este personaje es el único en el pueblo que se opone a las fechorías del padre local, por lo cual es odiado en el terreno. Les platica de los atropellos que comete el sacerdote con la gente de San Juan: quitar el agua a quien no pague o no dé limosna, y pedir dinero para la construcciones de fuentes, altares, jardineras para la iglesia o remodelación de la capilla. También comenta que él es quien anuncia por medio de la radio local a quienes no dieron limosna o deben algún milagro.

La película manifiesta un sentido político y social con relación a las actitudes y tratos por parte de los habitantes, el sacerdote y las autoridades del lugar. El miedo y la ignorancia hacen presa fácil de la violencia al pueblo. Llevados por el temor a lo desconocido, entran belicosamente a la vivienda donde pernoctan los trabajadores, e intentan lincharlos.

La atmósfera que el cineasta recrea es bastante violenta e indignante: la húmeda noche, las gotas revolviéndose con los rumores, la marea de antorchas encendidas, los agudos murmullos, las trompetas enardeciendo las cabezas. Cuando vemos la puerta oponiéndose al pueblo y que termina por ceder, el seco palazo en la cabeza al dueño de la casa, la sangre correr por su nuca, comprenden que van a morir. Algunos de los pobladores intentan calmar a sus congéneres, pero la turba rabiosa no piensa.

Es el resultado de la falta de educación, de la manipulación a través de la fe, de la ignorancia. Mientras el pueblo hiere y mata a unos inocentes, dos habitantes de San Juan Canoa que están viendo la acción conversan, un lugareño pregunta a otro: “¿Y cómo siguen sus animalitos compadre?”.

Esto lo hace deliberadamente Turrent, para darnos una idea del nivel cultural que existe en este México tan lleno de carencias y creencias, mientras el presidente municipal se emborracha en un pueblo vecino.

El filme es un docudrama bien pensado por parte de Cazals y Pérez Turrent. Incluyen a Salvador Sánchez como un cronista del lugar que explica la extensión del territorio, población, servicios y otros datos, además de los usos y costumbres de la localidad. La película se tuvo que filmar en un pueblo cercano al real, por el temor al linchamiento. Hay que reconocer el enorme valor de Tomás Pérez Turrent para estudiar e investigar el suceso, estando muy fresco todavía lo ocurrido. La película es una denuncia argumentada a través de un hecho verídico, que hizo pensar a las personas de mediados de los sesentas, y en especial a los jóvenes.

La cinta constituye una crítica al gobierno y la iglesia, y es la proyección de la realidad, la cruda y desastrosa realidad de los años sesentas en México, que un mes después confirmaría el gobierno en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, con el genocidio del 2 de Octubre de 1968.

Textos tomados del libro ganador del Segundo lugar internacional de ensayo en el “Primer Concurso Interdisciplinario de Arte 2007” en Argentina.

1 comentario:

  1. Interesantes reseñas que nos proporcionan un acercamiento a estas cintas y que provocan a verlas o reverlas. Gracias a la gente que mantiene vivo este cineclub creado en homenaje al caballero y gran Maestro Casillas.

    Saludos.

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