sábado, 26 de septiembre de 2009

Bajo la sal

por Lila Nieto

Esta tarde, a pesar del lloriqueo de la lluvia y tras haberse roto en añicos la jarrita de nuestra cafetera, el público llegó a disfrutar de este thriller policíaco hecho en México, y a platicar con Mario Muñoz, el director de la cinta.

Una de las cosas que más impactaron fue la construcción del personaje de Trujillo, el policía que llega enviado desde la ciudad a resolver los asesinatos de mujeres en Santa Rosa de la Sal. A uno de los integrantes del público, el personaje le recordó al Commissaire Edouard Coleman, el policía encarnado por Alain Delon en la película "Un flic" (1972), del francés Jean-Pierre Melville. Trujillo es un personaje con un pasado oscuro, un policía que no ha quedado limpio de la corrupción del sistema al que pertenece pero que tampoco ha olvidado el valor de su trabajo, un hombre acabado cuya vida no tiene otro sentido que el ser policía, un hombre que busca la redención y que simboliza el anhelo de justicia que tenemos todos los mexicanos, el anhelo de redimir al sistema judicial (y el anhelo de redención de los propios policías) en un país devorado por la corrupción, la impunidad y la violencia.

"Zurita tiene un rostro maravilloso para el papel, como salido de una película de Michael Mann". Desde que inició el proyecto, Muñoz quería rescatar actores de cuando él era un chavo, y la historia de cómo Humberto Zurita se integró al proyecto es curiosa: en realidad, fue su hijo quien audicionó para el papel de Víctor, y fue su primera audición, por lo cual su padre lo ayudó a prepararse. Durante la audición, comentó que a su papá le había gustado mucho el guión, y al final fue él quien se quedó en la película, y se prendió muchísimo con el proyecto. Como parte de su preparación para el personaje, Zurita no sólo sostuvo diversas pláticas con policías, sino que aprendió a manejar armas con ellos y vivió dos meses en el pueblo de Santa Rosalía, Baja California Sur.

Lo que Muñoz buscaba en esta historia era encontrar un punto medio entre un cine demasiado terrible y filmes frívolos y evasivos, abrir una vía nueva que no resultara inverosímil dentro de la realidad mexicana. "Bajo la sal nunca se pensó como una película de denuncia", más bien se trataba de buscar un cine que conectara con la gente y permitiera experimentar con el género del thriller, de adaptarlo a la idiosincracia y situación del país a partir de fórmulas conocidas, es decir, a partir de la exploración de un género con todos sus elementos. "El punto es el grado de compromiso; si te lo tomas en serio empiezas a iluminar aspectos de la realidad humana sin proponértelo", dijo Mario. Sin embargo, esta película toca temas tan dolorosos y delicados como los feminicidios de Ciudad Juárez, la prostitución, la violencia contra las mujeres, la corrupción y la violencia en las escuelas, la ruptura de las familias y la incapacidad del sistema judicial de proteger a la población. "El arte y la narrativa cinematográfica pueden funcionar como espejos de nuestra sociedad a partir de algo que no se retrate de manera totalmente horrible sino real, que impacte e invite a la reflexión".

Volviendo al tema de los policías, Mario recordó que "sólo hasta que estás con ellos en un campo de tiro empiezas a entender su realidad; el medio en el que se desenvuelven es completamente corrupto, y el poli bueno no es el héroe que no se ensucia, sino el que no pierde el sentido de lo que está haciendo". En cuanto al personaje de Trujillo, que encarna esta dualidad, que desempeña un trabajo que lo ha obligado a sacrificar su vida personal, Mario comentó: "es lo que sucede con los policías, su vida personal está destruida y realmente lo único que tienen es ser policías". Dicho gremio quedó muy conmovido con la película, en especial con el personaje de Trujillo. Esperemos que esta historia los invite a la reflexión.

Mario Muñoz estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana, y se tituló en 1993. Trabajó muchos años como director de comerciales, donde adquirió extensa experiencia. El proyecto de Bajo la sal surgió en el año 2000 a partir de un concurso de argumentos que Muñoz convocó, y del cual fue elegido el argumento de Ángel Pulido titulado "La venganza del valle de las muñecas", que se incluyó como título de la animación de la película. Pulido, arquitecto de profesión y oriundo de Guanajuato, fue compañero de escuela del poeta Pablo Molinet, quien fue acusado falsamente en 1992 de asesinar a su sirvienta, siendo todavía un adolescente, y a quien se le pretendía imponer una larga sentencia durante la gestión del entonces gobernador interino Carlos Medina Plascencia.* Este caso impactó mucho a Ángel Pulido, por lo que su argumento fue una especie de sublimación de dicha experiencia. Cuando se comenzó a escribir el guión de Bajo la sal, los feminicidios de Juárez no estaban tan presentes en la sociedad, pero al cabo del tiempo los casos fueron aumentando y se volvieron un foco rojo nacional. De hecho, el argumento original sucedía en Michoacán; Mario Muñoz se fue alejando hasta encontrar un lugar en donde crear una ficción que resultara creíble, y ese lugar fue la salinera más grande del mundo, ubicada en Guerrero Negro, Baja California Sur.

El proceso de creación de la película duró ocho años. Los primeros cinco años se dedicaron al trabajo de guión, que oficialmente tiene 22 tratamientos y extraoficialmente alrededor de treinta. Ángel Pulido trabajó estoicamente hasta el décimo tratamiento, aproximadamente, y luego decidió dar su bendición a Mario y dejar la historia en sus manos. Al respecto, Mario dijo, "hacer un guión es un trabajo muy cansado, es como someterte a tortura por voluntad propia", pero Ángel quedó satisfecho con el trabajo, pues aunque cambió mucho desde su argumento, "conservó la esencia". Marina Stavengahen fue asesora del proyecto, y dio gran apoyo a su desarrollo. Y también, recuerda Mario, existe una intuición que te guía, aunque a veces necesitas que alguien te diga lo que ya sabes. El guión quedó tan estrechamente estructurado, que casi no hubo cambios durante el rodaje, pues era como "una casa de naipes": si quitas una carta se colapsa toda la casa, así que en la filmación fue mejor idea confiar en que el guión era de hierro.

En cuanto al trabajo con los actores, Muñoz quedó muy satisfecho. Había tomado un par de cursos en Los Ángeles que le ayudaron mucho en este proceso; uno de los cursos se llamó "Acting for directors" (Actuación para directores), impartido por Judith Weston. Este curso se trataba justamente de poner a los directores en los zapatos de los actores bajo la dirección de Weston, de modo que se pudieran dar cuenta de lo que es el proceso en carne propia, de cuáles de sus propias técnicas de dirección funcionan para el actor y cuáles no sirven para nada o incluso resultan contraproducentes. El trabajo de ensayo con actores para cine es muy distinto del ensayo para teatro, pues mientras en teatro se trata de ensayar muchas veces hasta que la puesta en escena corra de principio a fin dentro de un ritmo y una serie de marcas (donde la espontaneidad es un factor humano inevitable), en el cine el ensayo busca la conexión de los actores con el guión, con los otros actores y con el director, y se trata de lograr la espontaneidad, la incertidumbre, en todo momento; si los actores no pueden provocar en sí mismos las reacciones espontáneas, el director debe ayudarlos a hacerlo. Gracias a este trabajo, los actores pudieron identificarse profundamente con sus personajes, incluso aquellos que al principio sentían que no tenían nada que ver con ellos, como Ricardo Polanco con el personaje de Víctor. Humberto Zurita, un actor con más de 30 años de trayectoria acostumbrado a dirigirse a sí mismo, se entregó por completo y logró conectarse muy profundamente con su proceso creativo al dejarse dirigir por Mario: "hacía mucho que no sentía esto", le dijo a Mario refiriéndose a sus tiempos universitarios en los que realizaba exploraciones profundas en su construcción de personajes.

La animación, dirigida por René Castillo, una "peliculita" dentro de la película, resulta al mismo tiempo un homenaje al cine y una metáfora del mundo interior de Víctor que muestra su transformación al ir mutando desde el terror que recuerda el género del "slasher film" (Viernes 13, Pesadilla en la calle del infierno, El resplandor, y otras referencias como Twin Peaks, Terciopelo azul y hasta Thriller de Michael Jackson) hasta una historia romántica. También, al absorber los episodios más violentos de la historia así como el final feliz que no sucede como Víctor lo hubiera deseado, la animación ayuda a mantener el tono sobrio y oscuro de la historia. De hecho, la imagen de Víctor besando a Isabel muerta marcó el tono de la película desde el principio. El final no busca complacer al público sino más bien resolver el conflicto sin llegar a "chorrearlo" con un melodrama inverosímil.

El filme se estrenó con 300 copias y se mantuvo seis heroicas semanas en cartelera. Las dos primeras por ley, al ser ópera prima, y las siguientes cuatro porque logró sostenerse en primer lugar de audición, incluso por encima de los estrenos hollywoodenses. Sin embargo, hubo los habituales sabotajes de las exhibidoras, como reducir horarios, pasarla a salas pequeñas y alejadas, y todas las mañas que ya conocemos. Una vez más, surgió el comentario de que los cineclubes son una alternativa a la mala distribución y exhibición; Mario incluso mencionó que en nuestra sala la película "se escuchaba mejor que en el cine", y se sorprendió al enterarse de que la Procuraduría Federal del Consumidor aplica una multa a los cines en caso de que proyecten una película con fallas en el sonido o la imagen.

Finalmente, un integrante del público comentó que se sentía orgulloso y sorprendido de la calidad de este filme, pues "el cine mexicano está dormido; hubo muy buen cine en México" que ya no se recuerda. Mario Muñoz respondió que, en parte y a su modo de ver, se trata de una falta de autoestima y una pérdida de identidad. "Si analizas el top ten de las películas mexicanas actuales -Arráncame la vida, Una película de huevos, etc.-, te das cuenta de que existe en todas un elemento absolutamente mexicano", por lo que se deben buscar valores de los cuales "colgarse" como símbolo de nuestra identidad para seguir cultivándola.

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*Molinet se había hecho sospechoso ante las autoridades panistas por sus lecturas de libros "satánicos" como "Por qué no soy cristiano" del filósofo y matemático Bertrand Russell, y pasó dos años encarcelado hasta que tuvo que ser liberado en 1994 por órdenes judiciales superiores. Sobre ese caso, Paco Ignacio Taibo y Víctor Ronquillo publicaron el libro "El caso Molinet", en editorial Planeta.

1 comentario:

  1. Los vasos comunicantes entre la realidad y el cine son infinitos y la nota recoge una rica muestra de los puntos de vista que ejemplifican cómo una y otro se afectan mutuamente. En este caso, la gravedad del género del Thriller se amplifica por lo crudo del tema que exhibe lo peor de la cultura.
    Sabemos que más allá de las visiones de los noticiarios televisivos, existen otras interpretaciones audiovisuales para sensibilizar e informar sobre atropellos y violaciones a los derechos humanos.
    A su vez, recrear en la crónica del cine club la forma en la que el guión se realiza y se comenta en una sesión de debate, aporta muchísimo para profundizar en la naturaleza de la creación audiovisual y en las características del cine mexicano reciente. Enhorabuena por la suma de los creadores, los públicos y l@s cronistas.

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