miércoles, 8 de septiembre de 2010

El prisionero 13

por Lila Nieto

Arcaica y actual, esta genial película tiene aún recursos narrativos típicos del cine mudo -como por ejemplo el reloj de Carrasco con la imagen de su hijo niño o la elipsis del reloj para marcar el transcurso de las horas-, pero esto se comprende por su edad; El prisionero 13 (1933) es más bien un testimonio del paso al cine sonoro en México, y evidencia de la gran habilidad narradora que tenía Fernando de Fuentes. "No pierde tiempo en lo que no quiere contar a detalle", decía alguien del público, "lo hace ágilmente". Y también, se toma el tiempo de construir largas escenas en momentos clave de la historia. Por ejemplo, el parsimonioso brindis con el que Carrasco cierra un trato que le costará la vida de su hijo, o la solidaridad entre los condenados antes de salir al paredón -pa' morir somos rebuenos, pensaba yo, la humanidad sólo se muestra en la desgracia compartida. Notamos que De Fuentes crea emociones a partir de situaciones, en vez de recargarse en la actuación, aunque esto habla más bien del guión de Miguel Ruiz. Un ejemplo de esto es cuando los celadores muestran su piedad al permitir que dos hermanos sean fusilados hombro con hombro: "¡Qué fuerte lo de los hermanos!" exclamó una, aunque la toma es bastante sutil y pasajera. Un error que notó otro es que los soldados aparecen con mochila de campaña "hasta para ir al baño", y que algunos automóviles no son de 1913.

En una escena, un cuadro de Victoriano Huerta en la oficina de Carrasco nos sitúa primero que nada en el contexto político que retrata el filme: "El chacal mató a todo el mundo; a Belisario Domínguez, el único que levantó la voz, le cortó la lengua y lo mató esa misma noche", comentó otro. Pero además e irónicamente, "la censura cinematográfica nació oficialmente en 1913 con el primer reglamento de Cinematógrafos que emitió el general golpista Victoriano Huerta", el cual "facultaba al gobernador del Distrito Federal para suspender la exhibición de cintas que contuvieran ataques a las autoridades, a terceros, a la moral, las buenas costumbres, la paz y al orden público. Además, se prohibían las vistas donde se cometieran delitos y los culpables no recibieran castigo. ¿Cuánto hemos avanzado hasta la fecha?", se pregunta Víctor Ugalde en su artículo Censura cinematográfica: la punta del iceberg. A esta película le tuvieron que hacer un nuevo final que justificaba la historia como una pesadilla. Lo bueno de ello es que el final impuesto es tan ridículo que cualquiera puede darse cuenta de que es un parche incrustado; además, parchar el detalle del hijo fusilado para poner en su lugar a un general en los albores del delirium tremens no sólo es divertidísimo por absurdo, sino porque dista mucho de ser moralizador.

"De Fuentes cuenta una historia paralela utilizando símbolos", apuntó uno. En efecto, toda la película es un símbolo, y nos podríamos extender en este análisis, pero mencionaré sólo dos ejemplos: Los presos que se ayudan a morir con la frente en alto, quizás haciendo alusión no sólo a la dignidad humana o a la firmeza de sus creencias políticas, sino tal vez a la entereza con que murieron muchos revolucionarios (me acordaba yo del Intendente Bassó mirando por última vez la Osa Mayor). El prisionero liberado en secreto encomienda su fe en la salvación a un anillo con una calavera (¿la pre Santa Muerte?), igual que el prisionero suicidado, que muere agazapado debajo de una imagen idéntica pintada sobre la pared.

¿Datos curiosos? También los hay. El cuartel es el Palacio de Lecumberri. Matilde Landeta inició su carrera en el cine haciendo de anotadora (ahora script) en esta película y en El compadre Mendoza. Roberto Gavaldón y Raúl de Anda aparecen como prisioneros.


De Fuentes es mundialmente famoso por ser considerado el pionero de la industria cinematográfica mexicana (aunque acá ya nadie se acuerde) tras el inusitado éxito en taquilla de Allá en el rancho grande (1936), una película que rebasó las fronteras de la taquilla mexicana para triunfar en el extranjero y con la cual De Fuentes "inventó" el género de la comedia mexicana o comedia ranchera, además de descubrir con ella al joven Gabriel Figueroa. Fernando de Fuentes es el primer director mexicano que comprendió la naturaleza del cine sonoro y utilizó exitosamente todos los recursos de este medio. Visionario, dejó a su paso innovaciones que impulsaron la naciente industria cinematográfica mexicana: filmó la primera a color (Así se quiere en Jalisco, 1942) y realizó la primera coproducción oficial de México con España (Jalisco canta en Sevilla, 1948). Con El fantasma del convento (1934), logró adaptar el género de horror al estilo mexicano, incorporando leyendas y fantasmas. Por si fuera poco, también inventó los subtítulos ("títulos superpuestos"), con lo cual salvó no sólo a las cintas mexicanas de los estragos del doblaje, sino a las películas de todo el mundo.

Autor de varios clásicos del cine mexicano, incluyendo su trilogía sobre la Revolución, Fernando de Fuentes es un director incomprendido porque, como la segunda parte de su carrera consiste de una larga lista de churros taquilleros que lo hicieron rico, como se alejó de su vena de autor e hizo cine de maquila (y llenó de lana la industria cinematográfica nacional), habrá quien lo vea como un traidor. Pero, si consideramos la fuerte censura a la que fue sometido, no sólo de manera directa sino también a través de las mañas que impidieron su correcta exhibición y las condenaron al fracaso comercial, podremos tal vez entender como resultado de la censura el hecho de que se haya convertido en director de churros comerciales, renunciando al reconocimiento de su gran talento artístico. Una vez más surge la pregunta, ¿qué tanto hemos avanzado hasta la fecha?

Filmografía completa

1931 Santa
1932 El anónimo

1933 El tigre de Yautepec
1933 El prisionero trece
1933 El compadre Mendoza
1933 La calandria
1934 El fantasma del convento
1934 Cruz diablo
1934 La familia Dresel
1936 Vámonos con Pancho Villa
1936 Las mujeres mandan
1936 Allá en el Rancho Grande

1937 Bajo el cielo de México
1938 La casa del ogro
1938 La Sandunga
1939 Papacito lindo
1940 Allá en el trópico
1940 El jefe máximo
1941 La gallina clueca
1941 Creo en Dios
1942 Así se quiere en Jalisco
1943 Doña Bárbara
1944 La mujer sin alma
1944 El rey se divierte
1945 La selva de fuego

1945 Hasta que perdió Jalisco
1946 Esperanza
1946 La devoradora
1949 Jalisco canta en Sevilla
1950 Por la puerta falsa
1950 Hipólito el de Santa
1951 Crimen y castigo
1952 Los hijos de María Morales
1953 Tres citas con el destino
1953 Canción de cuna


Fuentes:

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