jueves, 29 de julio de 2010

2001: Odisea espacial

por Lila Nieto

"Antes de que cualquiera la hubiera visto, ya la había visto". Así comenzó Alberto Chimal su comentario de 2001:Odisea espacial (Ing-EU, 1968), de Stanley Kubrick, la cual eligió para cerrar el ciclo Poesía en Imágenes que presentamos los martes de julio en el cineclub. "Todo lo que es el cine de ciencia ficción -Star Wars, Alien, Matrix- está contenido en ella", continuó Chimal dejando ver debajo de su gorro el parche que cubría su descalabro de la tarde. Kubrick logró lo sublime con esta obra, "no ha sido superada por ninguna película". Las maquetas, los complicados sets, lo último de la investigación científica de la época. En ese momento recordamos Solaris, de Tarkovski, un poco posterior, otra película de ciencia ficción que toca lo sublime, lo trascendental.

Nuestro invitado aprovechó la ocasión para recomendarnos un ensayo: Sobre lo sublime (1795), del dramaturgo, poeta, historiador y filósofo alemán Friedrich Schiller. En este ensayo Schiller habla de la super-razón, es decir, "la superación de la barrera racional", la idea romántica de que sólo podemos contemplar "lo humano a través de aquello que lo sobrepasa, alcanzar la verdad a través de la belleza". Kubrick explora "lo más allá de lo humano" en su Odisea, construida por supuesto a partir de la Odisea de Homero.

Stanley Kubrick se formó como fotógrafo. Desde muy joven comenzó a trabajar como periodista gráfico en la revista inglesa Look, y como cineasta era muy cuidadoso de la fotografía, un "estilista visual" que construye "imágenes de extrema laboriosidad", sigue Chimal, pero además "exploró los géneros cinematográficos de su tiempo, tiene dos de guerra (Paths of Glory y Full Metal Jacket), dos de época (Barry Lyndon y Espartaco), tres de ciencia ficción (Naranja mecánica, Dr. Strangelove y la odisea en cuestión), una de terror (El resplandor) y un thriller (Ojos bien cerrados)". En fin, se podrían clasificar de muchas formas, pero lo cierto es que Stanley Kubrick fue visionario y perfeccionista. Es bien sabido que mandó hacer lentes extra sensibles para filmar Barry Lyndon exclusivamente con fuentes naturales de luz. En la Odisea, "construyó un set circular giratorio (estilo rueda de hámster) cuyo pasillo central se abría cuando pasaba la cámara y se cerraba después" para que caminara el actor ante ella sobre el piso blanco.

En la función pasada, José Luis Gutiérrez decía que actualmente el cine de autor tiende a hacer "poesía visual, eliminando los diálogos". Kubrick es un buen ejemplo de esto. "Dos mil uno fue un parteaguas en la carrera de Kubrick, evidentemente la cumbre", continúa Alberto . "Cada vez le puso más énfasis a lo visual como experiencia. Más del 70 porciento de esta película carece de diálogos, y en las pocas escenas en las que hablan las palabras comunican muy poco, dice más lo que no se dice".

Una línea que cruza todo el cine de Kubrick es el uso de "las herramientas para la violencia". Está para empezar la escena en la que el homínido descubre que puede utilizar un hueso como herramienta y lo primero que hace es destrozar un esqueleto, "un cráneo con la columna vertebral de algún animal". Cuando se estrenó esta película fue proyectada en una pantalla de super Panavision, que abarcaba los 180° de campo visual; "había cosas que debías ver de reojo". En ese formato quizás podríamos haber notado, en "la elipsis más larga de la historia del cine" cuando el hueso que gira en el aire se convierte en una nave espacial, que la nave en realidad es una "bomba orbital", señala Alberto, "con la bandera de Estados Unidos", una herramienta para la violencia igual que el hueso, sólo un poco más sofisticada.

Más aún, Kubrick estudia "no sólo la incomunicación y la deshumanización, sino la crisis entre los seres humanos y la tecnología", o sea, la condición trágica del hombre. "Y con tecnología me refiero a todo lo que el hombre crea, incluso la escritura", remata Alberto. Nuestras herramientas que nos esclavizan, el hombre llevado a un límite en que se vuelve esclavo de sus creaciones y debe recurrir nuevamente a sus propias capacidades racionales e intuitivas para sobrevivir.

La tesis de la película gira en torno a estas contradicciones. El hombre del futuro se encuentra igual de indefenso ante el "artefacto multiusos" que los homínidos. Pero el artefacto "los invita a sobrepasar su condición", a evolucionar hacia el misterio, hacia la trascendencia. Alguien recordó la escena en la que Dave, el astronauta, se encuentra en un cuarto espacial que está decorado con un estilo antiguo. "Específicamente", señala Chimal, "el cuarto está decorado al estilo del siglo XVIII", pues en ese siglo, "a partir de la Ilustración francesa, surgió el concepto de progreso científico". Y Kubrick lleva la novela de Clarke más allá de lo que el mismo Clarke se imaginó con el desconcertante final, que desafía lo científico. Kubrick "da saltos filosóficos y estéticos". ¿Dave se ve a sí mismo? ¿Está muriendo después del viaje estelar a Júpiter? Chimal no se atrevió a responder esas preguntas, "es una experiencia que cada quien tiene que calificar como pueda pues rebasa lo racional, y en eso consiste la poesía visual, que incluso puede llamarse poesía de protesta".

Otro punto para observar es "la repetición de patrones". La pelea entre tribus alrededor de un charco y la tensión entre gringos y rusos sentados en semicírculo; las diversas escenas alrededor de la comida; lo primero que hacen cuantos encuentran el artefacto es tocarlo cautelosamente con la mano; el cráneo con columna que destruye el homínido y la nave que tiene forma de cráneo con columna. El ojo de HAL y el ojo del jaguar...

Stanley Kubrick tardó cuatro años en filmar esta película -comenzó en 1965-, y la terminó de editar pocas semanas antes del estreno. Por ejemplo, a última hora quitó una voz en off que había planeado desde el principio del proyecto y eligió la música de Strauss. Kubrick fue un cineasta con una gran sensibilidad y claridad para elegir lo mejor para su obra. Atemporal, sublime, trascendental, bellísima, 2001: Odisea espacial es una de las obras cinematográficas más completas y bellas, tan alucinante que cuando se estrenó la gente iba a verla "en tripi".

3 comentarios:

  1. Un gusto haber estado. Saludos y suerte con los ciclos por venir. .)

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  2. Lila, que buen resumen!!. Que ganas de poder haber estado allí

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  3. Alberto, qué bueno que llegaste, accidentado y todo. Espero que ya estés mejor. Me impresiona lo relajado que te ves mientras fluye de ti ese torrente de información y reflexión. Estuvo pocamadre.
    Y Julio, ojalá hubieras estado allí.

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