miércoles, 16 de junio de 2010

Esperanza en tiempos difíciles

por María Holbox

Este poderosísimo documental plantea una serie de propuestas ante las adversidades del sistema. Esperanza en tiempos difíciles (de Melissa Young y Mark Dworkin, EUA, 2001) nos muestra el movimiento social que se generó en la Argentina del 2001 cuando el 40% de la población se quedó sin trabajo, los negocios y las fábricas quebraron, y las cuentas bancarias fueron congeladas. Los vecinos en los barrios no se conocían hasta que salieron a las calles con el grito “Que se vayan todos”, los que no quieran trabajar por la gente que se vayan. Miles de argentinos se unieron para hacer propuestas concretas y sobrevivir a la crisis económica a través del trueque, la reapertura de más de 200 fábricas quebradas que fueron reactivadas por los obreros, la instalación de comedores comunitarios, cultivos a las afueras de la ciudad, reciclaje y otras muchas manifestaciones de la creatividad humana y del regreso a nuestros orígenes colectivos.

Al iniciar el debate, nuestra invitada Ena Salinas, socióloga y activista mexicana, nos anunció que la ruptura económica del capitalismo sucederá a nivel mundial, “esto mismo va a suceder en todos los países”. Redondeó diciendo que “desde los inicios nos encontramos con que sólo unidos se genera bienestar y lo que fomenta el sistema capitalista es el individualismo”. El documental presenta fragmentos de una conferencia que dio Joseph E. Stiglitz, quien fue economista en jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI) y uno de los principales creadores del sistema económico actual, miembro del gabinete de Bill Clinton, y que fue exiliado de dicho fondo después de que denunció las trampas que el FMI y el Banco Mundial cometen en los países pobres. Stiglitz, "el globalizador que desertó", recibió el Premio Nobel de Economía en 2001 y es uno de los economistas más leídos en el mundo. En la conferencia, sostiene que “si todas las economías emergentes están en crisis es porque algo está mal en el diseño económico”. Nuestra invitada comentó que las políticas neoliberales se basan en que los bienes públicos se exploten para alimentar empresas privadas. Un gran ejemplo, aprovechando la fiebre del futbol, es el Mundial, en el que se construyen estadios y grandes obras con dinero público y todas las ganancias que se generan terminan enriqueciendo a la FIFA, los medios de comunicación, los grandes hoteles y corporaciones como Coca Cola y Nike. El juego de los números de la economía montada en el tiempo nos engaña. La población aparentemente beneficiada con el Mundial paga el precio de los estadios y el resto de la infraestructura, y muchas veces tiene que volverse a endeudar para salir del problema, como le sucedió a Grecia en las Olimpiadas del 2004: deben 310 mil millones de euros.


Durante el debate se puntualizó la importancia de la educación en la organización social, y comentamos dolorosamente la diferencia del nivel educativo de los argentinos en comparación con nuestra sociedad: “es otra educación, se nota desde que hablan con fluidez y muestran más confianza en sí mismos”. En el documental pudimos escuchar críticas políticas entre grupos de vecinos en Argentina que instituyeron asambleas en las calles para organizarse ante la grave crisis: "No hay proyecto de país, el Fondo Monetario Internacional dicta lo que se tiene que hacer, hay que cambiar los modelos rurales, nos tienen miedo porque todavía tenemos esperanza".

Nuestra invitada mencionó que "la ignorancia en nuestro país es caldo de cultivo para romper redes sociales y responder a la enajenación masiva". Al no tener memoria histórica, nos olvidamos de todo en un instante. Una persona del público recordó la época maravillosa de la educación en los años '50, pero las generaciones que nacieron a partir de los años '70 (quizás la matanza del '68 fue el comienzo de la masacre de la educación) hemos visto cómo la educación es cada vez más deficiente. Tuvimos el privilegio de que por primera vez un chico de secundaria nos visitara y expusiera una visión de las generaciones actuales; nuestro joven cinéfilo recordó las modificaciones al plan de estudios durante el mandato de Fox. En su reinado mandó cortar la materia de civismo y eliminar de nuestro mapa mental cualquier huella prehispánica que pudiera quedar en la historia. Aprovechamos la intervención de este joven para cuestionarlo y saber más sobre lo que piensan y sienten sus compañeros. Nos dijo que “todos están en su nube, nadie propone nada porque todo se va a acabar, hay libertad de expresión pero no te dejan decir nada, los polis te chingan en la calle porque a ellos les dan bonos por cada detenido y lo más fácil es agarrar a un menor, inculpándolo de cargar drogas aunque no traigas”. De ahí comentamos sobre la generación perdida de los ninis, jóvenes que Ni estudian Ni trabajan, y que en nuestro país son candidatos ideales para unirse a las filas del narco o para terminar en el suicidio.

Con la carencia educativa, la corrupción y la impunidad rampantes en nuestro país nos cuestionamos cómo se podría contextualizar un movimiento como el que se generó en Argentina. Una persona del público recordó el sismo del '85 en el que las autoridades se paralizaron mientras la sociedad civil se hacía cargo. Al fin y al cabo la madre necesidad despierta nuestra sabiduría interna y ancestral. Ena, desde la astucia sociológica, apuntó que "cuando el sujeto incide en su realidad se vuelve más grande que sí mismo, y cuando se fusiona con su colectividad es mucho más poderoso". Recordó líderes revolucionarios como el Che Guevara, pues en el documental aparece un hombre que sobrevivió la dictadura de los años '70 en Argentina, que pasó dos veces por la tortura y estuvo diez años en prisión, y nos explicó que los revolucionarios aguantan la tortura "porque ya no eres tú, te vuelves colectividad y dejas de sentir el dolor: eres una flor en el campo de la primavera”. El Che acabó luchando en el Congo, pues su lucha no partía del nacionalismo sino de su profundo sentido de colectividad.

También se tomó el ejemplo de las madres argentinas que perdieron a sus hijos en la dictadura y a la fecha realizan marchas a nombre de todas las madres del mundo que pierden a sus hijos secuestrados y muertos por las autoridades. Estas mujeres han socializado la maternidad, ellas mismas lo dicen. Nuestra invitada comentó que “dentro de las sociedades colectivas la responsabilidad de los más pequeños de la especie les corresponde a todas las mujeres”. A muchos todavía nos tocó recibir un buen tortazo o regaño de la tía, amiga o hasta de algún desconocido. En la actualidad, al corregir a un niño ajeno corres el riesgo de ser atacado violentamente por su madre. También, muchos niños se pasan las tardes solos frente a la televisión o la computadora. El público añadió la necesidad de que también se socialice la paternidad, “todos deberían ser tus padres y tus madres”. Quizás quienes más sufren –mi sentido pésame- con esta des-socialización de la maternidad y la paternidad son los maestros. Pero lo grave de esto es la desintegración de los tejidos sociales, de los valores comunitarios, el vacío de dirección que crea generaciones perdidas de jóvenes que carecen de identidad y que no pueden formar un puente entre el pasado histórico y su presente, mucho menos pensar en un futuro.

Pero no todo es negro; una de las ventajas de la globalización es que los mismos temas y problemáticas se discuten en todo el mundo y las redes sociales se expanden. Por medio de Internet o en documentales vemos ejemplos de las situaciones que viven otros países, lo cual nos permite prevenir y dimensionar las capacidades del sistema. La preocupación por el campo es un tema, las consecuencias de las semillas transgénicas y las patentes. ¿Quiénes deciden qué se cultiva y en dónde?, se preguntaban los argentinos en el documental, “somos el segundo exportador mundial de soya y aquí nadie la consume”. Lo mismo nos preguntamos en muchos otros países. La privatización y el mercantilismo llegan a su máxima expresión en Bolivia, cuando una empresa compró el sistema de aguas y privatizó hasta el agua de la lluvia. Por suerte los bolivianos se unieron para recuperarla, como pudimos ver en el primer documental de este ciclo, La corporación. ¿Estaremos exentos de una situación así en nuestro país, que no para de vender las empresas que nos pertenecían para llenar sus bolsillos?

La solución es clara: unirse en la autonomía. “Somos células de un mismo cuerpo”, dijo alguien en el público. Las propuestas se dieron al instante: "hay que marginar el dinero; se puede por ejemplo, hacer trueque", y nos pasaron un dato que les compartimos: el último domingo de cada mes se hace un mercado de trueque en “la Romita”, cerca del metro Cuauhtémoc, entre las calles de Puebla y Durango. Hay que reactivar la tierra, comprarle al campo productos orgánicos que aunque aparentemente cuesten más, “antes era lo más barato, hoy lo mejor” y a la larga ahorraremos en medicinas y hospitales. Para ponernos a salvo de los horrores del mercantilismo y los transgénicos, en las ciudades se ha vuelto una responsabilidad hacer cultivos urbanos, sembrar y volver a la pachamama, pues sale muy caro acabarnos los recursos del campo desde las urbes, que no producen más que concreto y contaminación y consumen grandes cantidades de recursos que hay que traer de las afueras. Es posible crear redes sociales y unirse a otras redes sin perder la esperanza de que con pequeñas cosas, todos unidos, podemos realizar un verdadero cambio.


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