La última función de Twin Peaks tiene pinta de capítulo intermedio. La sensación final: un oscuro misterio irresoluto, una mueca de frustración, la sospecha de que hemos sido objeto de un experimento o una broma de mal gusto. Pero, ¿no es cierto que la justicia y el crimen, por lo menos en este país, se sienten siempre igual?
La doble vida de Laura Palmer sigue sin esclarecerse, pero en esa bruma de misterios malignos su asesino anda suelto, y todos los que podían identificarlo están fuera del juego: Laura, Ronnette, el pájaro Waldo, Leo Johnson, y Jacques Renault. Sólo resta el leño, y para colmo, el héroe con intuición sobrenatural, nuestro querido agente Cooper, el mesías en quien todos pusimos nuestras melodramáticas esperanzas, ha sido plomeado a quemarropa sin haber atado todos los cabos sueltos de la maraña, sin siquiera haberse podido tomar un vaso de leche tibia al final de la jornada.
...Así es la birria.
Felicidades por llevar a cabo de cabo a rabo la investigación, difusión, proyección y análisis de una obra compleja, excéntrica y extravagante pero que no puede quedar sólo en el rumor, en la bruma o en la fragmentación. Lo importante de integrar todas las capas de una realización tan especial es precisamente que los detalles, los detrás de las cámaras, los antecedentes y las consecuencias van formando parte de las bolas de nieve que crean las obras artísticas. Queda la palabra, para confirmar que es luz para atravesar la obscuridad del alma humana proyectada en una pantalla.
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